El canalla de Solbes
31/07/2008   Lecturas: 7.850

Catilina

Igual que me ocurrió cuando escuché llamar por primera vez traidor a Zapatero, al comenzar a negociar políticamente con ETA, me pareció un exabrupto oír llamar canalla a Pedro Solbes, Vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, a un ciudadano participante en la radio hace unos días. Después, lo reconozco, le comprendí.

El argumento del ciudadano se basaba en que él había depositado su confianza en las previsiones que Pedro Solbes había hecho para la economía española hasta hace pocas semanas. Como en ellas el ministro no solamente negaba la posibilidad de una inmediata crisis sino que preveía un crecimiento, basado en la supuesta fortaleza de nuestro sistema económico que nos colocaba en una de las posiciones más sólidas del actual panorama internacional. Nuestro ciudadano había realizado una serie de inversiones y de gastos que ahora estaban poniendo en entredicho la viabilidad económica y la estabilidad psicológica de su familia. Solbes se había comportado con él -y con todos a los que ha engañado como a él- como un canalla, y yo no encuentro argumentos para negarlo.

Precisamente, esta mañana el ex ministro de Economía del Partido Popular y portavoz de esta materia en el Congreso de Diputados, Cristóbal Montoro, pegaba serios revolcones al aún ministro del asunto, que más parece ministro de la siesta viendo la modorra que se calza y la pereza con la que se expresa. Para ello, no tuvo más que reprochar al señor Solbes que hoy hablara de dos próximos años muy duros mientras que hace pocas semanas, el 30 de Mayo, Solbes todavía soltaba cifras espectaculares de crecimiento negando cualquier posibilidad de crisis. Hoy mismo, ya no valen los datos que aportaba el ministro socialista la semana pasada. Aún más, anteayer mismo predecía en el Parlamento un crecimiento de nuestra economía de 1.6 puntos; para hoy, día 30 de Julio, reconocer que el crecimiento será prácticamente nulo ¿Qué se le puede llamar a algo así?

Lo que diga Solbes carece ya de ninguna credibilidad puesto que desde que, a mediados del pasado año, los economistas más preparados de España, incluso alguna revista especializada extranjera, avisara de indicios claros de deterioro de la economía española, el entonces también ministro se dedicaba a hacer gracietas de las previsiones, aunque sin llegar a la audacia de su jefe, José Luís Rodríguez Zapatero que, ante los avisos de Rajoy, decía que hacía catastrofismo y crispaba a la sociedad. En lo cual, contaba con el respaldo de la armada PRISA. Ahora lo que crispa a los españoles, según las encuestas más recientes, es ver cómo su vecino se queda en paro; y el PSOE y los sindicatos, que hacen como que el país en el que viven está en otro planeta. Claro que, para ellos, el paro no existe, eso es algo que solo afecta a los que trabajan.

Fue hace escasas semanas cuando el subgobernador del Banco de España, José Viñals, en una comparecencia pública, reconocía que la institución, dirigida por el socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez, conocía el crítico estado de las cuentas españolas y no las habían reconocido para no afectar al resultado de las elecciones generales. Está claro que la mentira del gobierno del Banco de España afectó al resultado de las elecciones precisamente en el sentido que ellos querían. Al no dar a la ciudadanía una información veraz de nuestra situación económica solo podían tener una intención: que su silencio beneficiara a quien más tenía que perder, al protagonista del declive económico: el gobierno socialista, que es el que les aupó y les mantiene en el empleo, para que mientan a favor del partido cuando sea preciso. Pero usurpar al votante una información veraz que le permita ejercer el voto con conocimiento en unas elecciones debería ser objeto de encausamiento penal por lesa democracia.

Por su parte el himler del socialismo español, Pepino Blanco White, miope hasta del ojo del culo, perpetraba ayer en Asturias una de sus actuaciones mas histriónicas en un particular baño de multitudes. Claro que siendo militantes socialistas, podemos hablar sin error de una audiencia muerta, de una congregación de zombies.

Pues el caso es que Pepino se refería a la crisis -no sé si con este término u otro parecido- como el resultado de ¡la guerra de Irak! Si usted no es imbécil, es decir, si ayer no estaba dando vítores a Pepino en Asturias, y ha dedicado unos segundos a reflexionar, se habrá planteado que si la guerra de Irak (la continuación de la que montó Felipe González con Bush padre) es la causante -años después de producirse- de nuestro declive económico, lo habrá sido también -por idénticos motivos- del enorme crecimiento económico que Zapatero viene apuntándose desde la anterior legislatura.

Carece de sentido analizar seriamente aquí y ahora qué razones hay detrás del elevado crecimiento del precio del petróleo, así como de la caída del valor del Dólar en relación con el Euro en estos últimos años. Desde luego, la mayor demanda de energía de países emergentes como China o India no es ajena y habrá muchas más razones que estarán por encima de la repercusión del crudo iraquí en el mercado mundial. Pero cualquiera de estas razones escapan a los delirios de un pobrecillo que lo más allá que ha llegado en su vida es a bedel de instituto de pueblo.

Al cabo, lo que aquí intento poner de relieve es que hoy, sabiendo lo que sabemos, es imposible combatir la percepción ciudadana de que el ministro Solbes, en lo que a información veraz se refiere, se ha comportado ante la presente crisis como un canalla. Pero lo que yo plantearía es si, a la vista de la actuación de todo el cuerpo socialista, cabe cargar la culpa únicamente sobre el Vicepresidente económico, un mandria que ya hace muchos meses que es ninguneado en el Gobierno y que carece de la dignidad de coger la puerta y salir cuando aún puede hacerlo con la cabeza alta.