Problemas de la derecha
20/09/2007   Lecturas: 10.214

Catilina

Se transmite un debate en la televisión de Libertad Digital sobre los mitos de la Guerra Civil española. Modera César Vidal -director del programa nocturno La Linterna en la cadena de radio COPE-, e intervienen el historiador Pío Moa y el profesor de universidad José Rodríguez Labandeira. El ritmo es ameno y, sobre todo, cada uno dice lo que tiene que decir sin que nadie interrumpa su razonamiento. Los argumentos se exponen con absoluta serenidad y el mensaje de cada uno llega con una limpieza y una claridad extraordinarias. Cuando las posturas son discrepantes, Moa y Labandeira no tienen inconveniente alguno en dar la razón a su contertulio si entienden que puede llevarla y, si no, dan un argumento alternativo que el espectador puede contrastar serenamente para decidir cual le convence más.

Estamos, sin duda alguna, ante un debate civilizado, en un entorno civilizado y encarnado por gente civilizada que, ante todo, poseen serios conocimientos acerca de lo que están hablando.

Sin más que cambiar de televisión -y dar, por ejemplo, con el debate que en esos mismos momentos dirige Ernesto Sáenz de Buruaga en Telemadrid- cambiamos a una situación radicalmente diferente. En ese justo momento, tiene -o debería tener, porque Buruaga se ve incapaz de garantizarlo- la palabra Casimiro García Abadillo, periodista especializado en temas económicos y financieros, que intenta explicar cómo la política impositiva del gobierno de José María Aznar fue muy favorable para la clase trabajadora. Pero no puede. Y no puede porque en el plató se encuentra un energúmeno que no duda en pisarle la palabra en todo momento, al extremo de impedirle que exponga su argumento. Parece que no le interese que el televidente escuche y comprenda lo que García Abadillo quiere explicar. En sus actitudes, el sujeto es un calco de la impresentable María Antonia Iglesias y -cómo no- como ella, proveniente de la ultraizquierda socialista.

Hablamos de Fernando López Agudín, nada menos que un soldado de la publicidad del gobierno socialista de Felipe González que llegó a mandar la Dirección General de Relaciones Informativas del Ministerio de Justicia e Interior hasta 1996. Vamos, que era el que llevaba las relaciones informativas del gobierno del GAL y del capitán Khan (que resultó ser un rataplán). Creo que con eso queda dicho todo. Queda establecida la credibilidad (y militancia ciega) de este profesional... de la política.

Bueno, pues este fiel socialista -e ignorante supino de economía- era el que intentaba boicotear cualquier explicación que ofreciera García Abadillo, que de eso sabe un poco más que este fantoche ultra y contertulio de cuota. Digámoslo claro, muchos programas televisivos o de radio, con independencia ninguna, llaman a los partidos para que les indiquen participantes que han de representar su doctrina, y los partidos devuelven los nombres de los que creen que son más fieles a su ideario; de manera que estos periodistas militantes no solamente hacen apología, en vez de crítica, opinión o conocimiento, sino que se llenan los bolsillos cuanto más agradan a sus dueños. Y, viceversa, si no defienden bien la doctrina perderán los privilegios y salarios que conllevan. A partir de ahí, la ferocidad en el servilismo está servida. Véanles, y aprecien qué tendencias representan y por qué siempre es la misma. Oigan qué actuaciones tan desabridas, qué demagogia bochornosa y qué falta de preparación y conocimientos. Vean una ignorancia solamente equivalente a su agresividad y al volumen de sus voces, que tratan de ocultar los argumentos ajenos.

En un momento dado, y sin dejar de interrumpir constantemente, el mazacote le espeta a Garcia Abadillo que su problema es que sus ideas económicas son liberales. Fuera de sí, éste responde a López Agudín que para él ése no era ningún problema, pero sí que Agudín fuera un demagogo. Por último, pudimos oír a este último diciendo que, al menos, él representaba a todos mientras que Abadillo representa a unos pocos... Muy típico del caracter mesiánico de la ultraizquierda española.

Lo demás ya fue cambiar de cadena e ir al baño a vomitar. Lo de López Agudín -como lo de María Antonia Iglesias, ya digo- causa espanto, pero permite apreciar bien el desvarío del cuerpo social socialista: no han entrado aún en Europa. ¿Imaginan que en un país civilizado alguien le diga a otro que tiene un problema porque piense de una manera u otra? ¿Cuál es el problema? ¿Está lanzando a García Abadillo una amenaza soterrada? (¿tienes problemas o los buscas? podría ser una lectura de la frase)...

El socialismo español sí tiene un problema que arrastra desde el siglo pasado, y está claro que no consigue superarlo. El problema del socialismo español es que la división entre bolcheviques y socialdemócratas (largocaballeristas y besteiristas) no se ha cerrado aún y que, como en el siglo pasado y a pesar de todos los años pasados, el sector bolchevique, antioccidental, antidemócrata, cainita, inculto, incivil, totalitario y guerracivilista, sigue -como entonces- predominando.

En estas condiciones, y para estos radicales antidemócratas, alguien que no piense como ellos tiene un problema ¿que resolverán las juventudes socialistas a mamporros?...