La caverna contra Moa (II)
30/05/2005   Lecturas: 10.432

Catilina

En efecto, el PSOE de Prieto y Largo Caballero no solamente no era republicano sino que atentó varias veces contra la República, que entendían era un instrumento de dominación de la burguesía contra el proletariado.

Tres cuartos de siglo más tarde, la cuestión sería si esa tendencia a la legitimación del uso de la violencia política ha perdurado hasta ahora en el PSOE o no, y si el PSOE cree ya realmente en la democracia parlamentaria o están integrados malgré leur.

En mi criterio, es innegable que la línea de Felipe González continuadora de la de Besteiro fue, con sus defectos que no vamos a juzgar aquí, netamente democrática, confiada en el parlamentarismo y partidaria de la occidentalidad en su sentido más amplio. Como no cabe duda de que la línea González no era totalmente compartida por todo el partido y, mucho menos, el anquilosado sindicato socialista UGT. Mirado desde aquí, la labor de Felipe González en la modernización de España, en su occidentalización, y el abandono de la demagogia marxista y el tercermundismo, han sido logros nada desdeñables.

La previsión de permanencia de un partido de derechas en el poder por más de ocho años, nos devolvió sin embargo al PSOE contrademocrático, del irredentismo, el populismo, la violencia, y el agasajo del ignorante. Es el PSOE de Prieto y Largo Caballero redivivo en la persona –muy por debajo de la de aquellos líderes- del oportunista José Luis Rodríguez Zapatero, al frente de la turba, sea cual sea, con tal de que porte una pancarta. El PSOE del grito y la bandera roja, del tercermundismo internacional cuyo discurso no se distingue del de Llamazares (Zapatares se llega a denominar al entonces candidato socialista).

Cualquier situación, como en la década de los treinta del siglo pasado, es buena para desestabilizar al Estado desde la violencia callejera. Es el PSOE del vicio del insulto que no cede al voto parlamentario y que corre a asaltar las sedes del partido elegido democráticamente para gobernar. Es el PSOE de lo que su Secretario General llamará (sic) ciudadanos indignados; es el PSOE que se quita la indignación yendo a conferencias o presentaciones de libros de adversarios políticos a reventarlas coercitivamente sembrando el pánico. Es un PSOE instalado, sin duda alguna, en la extrema izquierda, desde la que no tiene inconveniente en proponer al Partido Comunista una coalición en la que manejen un 50% del Presupuesto, estando respaldados por un 5% de los votos... El PSOE de hoy, que vuelve a montar sin complejos el Frente Popular con concesiones tales a los líderes nacionalistas que ponen en cuestión seriamente la actual Constitución.

Para mí lo que no es, sin ninguna duda y mucho que lo siento, es el PSOE de Besteiro y Felipe González, sino un partido que cabalga rápidamente al abismo del radicalismo largocaballerista, un partido maniqueo en la molicie de creerse los buenos -¿buenos en qué?- pero que nos recuerdan a los peores, a las nelkens y los negrines, porque no dejan de ejercer la mentira y la violencia continua contra la sociedad que, como la de entonces, no sigue su catecismo. Un partido que no solo se permite el lujo de insultar a sus adversarios políticos, sino que continuamente ofende a sectores diversos de la sociedad civil. Un PSOE que es extrema izquierda antioccidental pura y dura y que da miedo.

Después de lo bien hecho por Felipe González, no quisiera ver en éste al PSOE que, en Octubre de 1934 junto con la Esquerra de Cataluña y la UGT, da una lanzada de muerte a la Segunda República para, después de meses de actos de barbarie y terror injustificable, irse a los domicilios de los líderes de los partidos de la Oposición para secuestrarles y asesinarles.

Fue allá por Julio de 1936, una noche de razzia en que no hallaron en su casa a Gil Robles, pero sí a Calvo Sotelo en la suya. Le secuestraron, le asesinaron y tiraron su cadáver a la puerta del cementerio de La Almudena de Madrid. Eran dos hombres de Prieto, que ya sabía en aquel momento que el PSOE perdería la guerra que tanto había deseado y buscado.